Los Pasos
Al acercarme llevo las manos tan llenas
que se me van cayendo los motivos,
y no se si volverme, si recobrar la vida
o llegar simplemente, apenas con las flores,
apenas con los dedos extendidos,
apenas conmigo a cuestas y los pasos
que ya sin causa se desprenden, vuelan
como auras por sobre mi cabeza
Espántalos de un gesto, tú que no sabes,
tú que te asombras de que me falte el aire,
tú que los cuentas uno a uno
sin descubrir adonde ni cuando se soltaron,
tú que niegas incluso que es posible
que los pasos escapen de las huellas,
espántalos, créeme que debes espantarlos
aunque parezcan águilas y a veces mariposas
Créeme que debes acercarte
y tenderme los brazos
por más que parezca capaz, por más que sonría
y el gesto sea firme y las legumbres frescas
te griten que está bien, que hoy cocinaremos
como todas las noches y oiremos
nuestras viejas canciones y hasta dormiré
temprano. Créeme que debes
Correr adonde aún no llego, adonde tiemblo
sólo de oler la lluvia. Ven pronto que el miedo
precipita derrumbes, que ya no se
adónde quedaron las palabras
y mis pedazos ruedan por las calles...
el agua los arrastra afuera de los muros
y no es la misma tierra su fondo y su medida
Ven, que los pasos desprendidos caen
como palomas delante de mis ojos
y no será posible devolverlos al sitio
adonde el pie se pierde de todo lo que piso,
y hay voces y hay abismos
de no creer, saber, ni hallar sino la piedra
desgarrando el impulso, los huesos, la memoria
Ven y extiende el camino y las manos y todo
adonde llegue y calle al abrazarte,
cierra tras de mí la puerta y deja al perro
traerme sus juguetes; pon música, sonríe...
otro día termina y regresé del aire
sin pasos ni motivos, sin lluvia, seca y sola,
con los brazos repletos y la mirada puesta
apenas en las flores que me arranco y te ofrezco
|
Creí
Creí ser grande, haber crecido
lo suficiente para alcanzar las cimas
y eché a volar sin saber cuánta
piedra inunda nuestros huesos
Cuánto polvo sin luz, cuánta tristeza
iba oculta en las plumas de colores;
cuánto bajar viajaba en las subidas;
cuán difícil después es ver de lejos
El paisaje indomable y esta dura
certeza de perder, de dejar todo
sabiendo que es lo mismo y que se pasa
y otro día comienza y otra vida
Creyendo haber vencido, haber amado
haber sido o escrito alguna historia…
Sin saber igual por qué se llora
¡Si aún el cielo es azul y el verde, verde! |
Huellas
Si
no fuera desde tí
adónde fuera,
cuáles notas seguirían,
qué palabras
serían este espacio?
Todo está marcado,
todo listo
para hallar en tu voz
su causa, su sentido
Todos los autos y pájaros
corren a tu encuentro.
Todos se han perdido
¿Desde dónde, hacia dónde
fluye el viento, fluyes tú
fluye la vida?
Hay aceras sin sol. Seres
que sueñan vivir y saben
que ya han muerto
Saben las distancias
que destrozan
y así quedan
buscando
¿Cuál de entre todos
puede no ser mi rostro?
¿Cuál no, nuestra tierra?
Hay momentos en que todo
calla y parece detenerse,
en ayer, en verdes
cálidos y tuyos
Camino entre las hojas
pero hay nudos
y el polvo asfixia
y el asfalto
¿Adónde irá el olor
de los derrumbes
y el esfuerzo de andar
y todo el miedo?
Cuando al fin te abrace,
¿Cuál será esta hora de perderte? |
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Elegía a la Felicidad
Veo esta hoja y su blancura
me evoca lo posible en lo imposible,
pensamiento niño que se aferra
a sus contornos, a su fe
He inventado praderas, he creado
árboles y montañas que las pueblen
y esculpido rostros en las piedras,
palabras sobre todo
conque suplir el vértigo, la
ausencia
repetida del aire y de los besos
Levanté murallas, sembré
las pocas extensiones conocidas
de muros que se cruzan y refuerzan
abarcando, creí, todo el Universo
Bien y Mal tuvieron sus esferas
amplias de influencia
y pactos militares respectivos
entre acólitos tales cual lo Mío
que nadie confundiera con lo Nuestro
Placer y Dolor aliaron Risa y
Llanto,
Belleza y Fealdad, Amor y Odio
y otros muchos que lucharon con
Bravura
o con Miedo, según fuera la parte
Sin dudar, mis fuerzas fueron
puestas
al servicio del Bien
y abrazando las banderas de lo Justo
supe defenderlas con mi sangre
Sin dudar, he muerto por una de mis
partes
y he quedado sin mí
Ahora, contemplando las tierras
arrasadas,
los árboles con raíces hacia el
cielo,
los pájaros de alas mutiladas,
creo debiera reinventarlo todo
con menos muros, con más sabiduría
Lástima que el latido alcance apenas
a enarbolar los restos de todas mis
palabras
frente a la última e inconmovible
fortaleza
que instauré entre la Muerte y la
Vida |
Sueño
No tuvo
tiempo de morir. Vive
sola entre el mar y el cielo,
entre el ayer y al ahora,
en esa línea que dicen que divide
lo real de la memoria.
Un surco largo sembrado de violetas.
Vuela a veces al extremo y llora
la nostalgia del beso,
siente la boca húmeda,
la abre y se devora,
se arranca los dientes de la nada.
Vuela a veces adonde adorna
los jardines de su señor.
Allí canta rodeada de cristales
sin lluvia ni dolor y baila
gimiendo de placer al ritmo
de otra historia.
No tuvo tiempo de vivir. Muere
en el último abrazo, ve la nave
partir y se deshace
en esa nube que dicen que separa
la tierra de su imagen. La nube
que cobija los rayos
y la altura.
|
Historia
Entre tabla y tabla las ranuras
dejan que la luz se difumine
reflejándose en el agua, en las hojas.
Ahora sabe la voz con la que el aire
clama por los pájaros,
el vibrar que los arrastra
a las alturas.
Camina entre deshechos, hunde
los pies en cada charco, toca
los pedazos que traen
la memoria.
Huele a piel sin abrir, a intento,
de horas y lugares que se funden.
Huele a musgo y a voces que se apagan.
Ya no busca. Ya sabe que el lugar
es sólo el eco, la imagen del ritual
de convocarla.
Deshilacha su pelo. Va dejando
una huella que el aire vuelve nido.
Por si mira hacia atrás,
por si volviera. |
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La Firma
Tocó la puerta, no sabiendo
si abrir o cerrar,
si dejar dentro el miedo
o fuera la última sonrisa,
si abrazar a sus voces
o salir de una vez hacia la vida.
Fue duro levantarse y dar los pasos
que separan el cuarto de la sala,
subir los pocos escalones
y llegar al zaguán, adonde aguarda.
No sabe quien pudo dejar todo
a medio terminar. Quién de todos
salió sin cerrar la puerta.
Solo sabe que está sola con la noche
y las voces, y los ruidos
conque el alma se defiende
de la historia.
Y su mano en el aire traza letras
que una vez fueran su nombre,
y cierra. |
No es Igual
No es ésta la calle,
mas el ojo persiste.
El ojo ve
la misma puerta.
Todo será pequeño
y solo si se abre.
Ya no habrá olor
a café con leche.
Han debido construir
de nuevo.
Cierto que
parecen iguales.
Cierto que nadie
va a decirte.
Pero mira bien
adentro del espejo.
|
No Es
No es así. Puede aún imaginar que anda
detrás de los pájaros, escapar de lo que debe
y olvidarlo por el tiempo preciso
del libro por leer o alguna mariposa.
Pero no sabe cómo resistir la angustia,
el miedo de no serlo.
Puede obviar las miradas, dejar que las palabras
construyan barricadas en su entorno
y el frío hiele y la lluvia inunde
y el huracán arranque los árboles
cien veces vueltos a sembrar
y puede
Salir aún con los brazos abiertos
y su mejor sonrisa. Mas no sabe
los secretos pasadizos que en su cuerpo
labró la sumisión, las puertas
entreabiertas, las ventanas
que dejan penetrar el odio.
No es así y por eso aún puede
limpiar una vez más su casa,
preguntándose cómo llegaron los desechos,
cómo el polvo cubrió los adoquines
la vista al mar, los escondidos
pedazos de su historia.
Pero a veces mira y se descubre hueca.
A veces no resiste la soledad y accede
al juicio y la condena de sí misma.
Abre entonces la piel y deja
de ser donde más duele,
adonde nadie sabe.
|
Amor
Amor vive junto a amor y muere
de no verlo detrás de sus persianas,
sus cortinas de holán, los entredoses
finamente labrados por el tiempo
Amor llora de oír sus muchas voces
en lejano rumor y se desangra,
golpeando las maderas carcomidas
con sus puños de miedo y de nostalgia
Amor logra derribar tanta frontera,
inundar al amor, gritar que ama
sin saber que algo permanece
limitando el espacio de alma y Alma
Amor vive en el amor y muere
de no serlo
|
Distancia
No es lejos, sino hermosa
la noche y cada hora
cada beso del aire
mientras buscas
He andado muchas vidas
y todas en tu vientre
He aprendido a andarte
y en tí fundo
el impulso del paso
y del aliento
Toco cuanto tocas, guardo
tu ciudad y tu puerto,
el faro, la bahía
que sabe tu nacer
y tus palabras
No es lejos,
sólo soy distancia y no se
lograr que me recorras
Sólo aguardo en tí
mientras descubres
cada nuevo paisaje,
mientras subes
otra vez a todas
tus montañas
Sólo quedo
en el último abrazo,
en este miedo
de pasar nuevamente
y ya no sientas
más que el roce
del ala o la memoria
Hay un viento feroz
y frío y todo
pasado o porvenir
sólo es reflejo
de tí y de esta hora
Hay silencio
y un angosto sendero
y un candil encendido
y una hoguera
No es lejos,
sólo no he sabido
mostrarte el canto
de tus pájaros |
American Dream
Ya vendí mi mañana, mi placer del sol
y de los pájaros, mi patio fresco,
el
árbol de subir... el agua.
Vendí
mi tiempo de andar el vecindario,
correr
un poco, respirar... tenderme
cara
al sol en la hierba y evocarte.
Vendí también mi mediodía,
el
almuerzo contigo, el placer
de
cocinar y servir lo que quisieras.
Busqué bien, no dejé siquiera los minutos
de llamarte. Y fue triste porque no oí
definitivamente que me amas.
Vendí
mi tarde, la tarde de correr
a la playa y sumergirme hondo
y ser pez y ola y espuma en mi garganta.
La tarde de renacer en alguna gaviota
de ésas que aún vuelan a tus manos.
Vendí mi anochecer, el júbilo de encontrarte
al regreso, ya sin mucho de valor,
pero al menos la sonrisa, un beso, la certeza
de volver temprano y compartir los tantos
conflictos, desprecios y esperanzas.
Pensé, no obstante, en conservar la noche,
para abrazarte y murmurar te quiero
al menos una vez antes que el sueño venza,
antes que tenga que cerrar los ojos
y dejar que duermas y otra vez te escapes.
Pensé poder leer alguno de mis libros,
jugar con el perro, escribir un rato.
Pensé empezar a meditar de nuevo
y recobrar al menos la esperanza
de hallar la manera de detener la venta.
Pero vendí la noche imperceptiblemente.
Tal vez se me fue en el último paquete
donde envolví todo lo que no te dije,
las flores pisadas, el dolor y el miedo
de no ser como debo para seguir vendiendo.
Para seguir viviendo de vender la vida
a un precio que no alcanza
para
seguirla amando.
Son ahora las tres y decidí escribirte,
con lo poco que pude hurtar, con lo que queda
después de sacudir el polvo en los estantes.
Pero es inútil, he vendido tanto
que solo traje el sueño y el último beso
escondidos en el fondo del bolsillo.
Buenas noches, mi amor...
Dios
quiera que mañana
sea un buen día para seguir vendiendo. |
Esta Pared
Esta pared de
sal y espuma
dice que no soy el mar; retiene
afuera la humedad, adentro
el miedo; sangra.
Es negra, suave como una
lápida; blanca como la rosa;
de mármol y seda y adoquines
rotos al paso de la vida.
Le permito cerrar mi isla.
Tras ella creo en las palabras.
Hay silencio tras ella. Hay
libros y perfumes...
La conservo libre de persianas.
Nunca hubo gaviota que pudiera
volar a su través, ni boca
que besara.
Es mi ser, mi regalo.
En sus cimientos guardo
lo que fue, lo que dolió,
lo que ya nunca...! |
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Iré al Mar
Iré al mar.
Será un día diferente a los otros.
La lluvia habrá cesado y un sol fresco
traerá la memoria.
Iré abierta, con las hojas del alma
tendidas al agua y a la brisa.
Iré desnuda. Las ciudades
quedarán tras las puertas
del recuerdo. Iré
sin rostros y sin horas,
apenas con el manto
ligero de la risa.
Iré muy vieja e iré sola
con las piedras rompiendo
piel y huesos
y el amor en lo hondo
destrozando
lo que reste de dudas
y de sueños.
Iré aprisa,
como quien bebe en el desierto,
como quien deja o besa cada paso
en la hoguera feroz
de lo perdido.
Y será invierno, lo se.
Ya siento el olor
del agua embravecida,
el ardor de la espuma,
la caricia
de los peces de luz
en mi garganta...
Ya siento el Sol que recupera
el ciclo de mis horas,
anulando este tiempo transcurrido,
estos años de no ver,
este silencio.
¡Ya siento el Sol,
ya oigo las canciones
del mar celebrando mi regreso
y veo las gaviotas y respiro
muy hondo tanta luz
y me convierto…!
Iré al mar. No importan
todas las fronteras que conozco,
el dolor, ni el peso que deberé arrastrar.
Iré como quien muere,
como quien ha dejado de pensar.
Será un día, sin dudas
distinto de los otros...
la lluvia habrá barrido la vergüenza,
y esta dulce invalidez
con la que el miedo
conjura todo lo perdido.
Iré aprisa
no sea que vuelvan las ciudades
a cerrar sus ventanas y sus puertas
y aquellos que no saben
me descubran,
me llenen de su polvo
y me devuelvan.
Iré pronto, lo sé.
No sea que se acabe
un nuevo invierno en el camino,
me alcance el huracán,
y ya comprenda
otra vez que es el último
Que no se regresar.
Que no hay otras palmas que las rotas
que dejo a cada intento,
clavándome a esta tierra
adonde nunca
ya sabré caminar.
No sea
que el paso ligero ya no pueda
volver a convertirse en este paso
con el que soy feliz, con el que cambio
poquito a poco el alma
por la vida.
|
Epílogo
Temo que ésta sea mi historia.
La del pantano y sentir
aún el aire,
aún tu corazón
bajo mi ala
Extendida a la luz
mientras las sombras
juegan a esconderte
siempre en otro rostro,
otra honda raíz,
otra esperanza
Temo el cierre,
las últimas palabras,
la memoria
en el lugar reservado
a nuestra vida
Y los ojos abiertos
y estas piernas
ya tan viejas sin tí
batiendo el agua
turbia y fría de la nada
|
Retrato
Sin tierra,
sin más tierra que el minúsculo
terrón que conservamos
aún entre las uñas
del recuerdo
Sin aire
Sin raíz
Sin tiempo para otra cosa
que olvidar el retorno
o huir donde no quepan
espejos ni nostalgias
Sin lugar, perdido
todo viejo rincón,
muro de piedras,
toda voz,
todo árbol de subir,
de convocarnos
Sin sol, sin centro,
sin más centro que el afán
de seguir girando
o el miedo de parar
y nada siga
Culpables de no estar,
de haber estado,
de tener o dejar,
de irnos tanto
Esto es, solos
sin presente,
sin ahora posible,
con las manos tan secas,
perfumados, hambrientos,
risueños, mutilados
Y lejos, siempre lejos
arrastrando
las maletas vacías,
las huellas,
algún ligero olor,
y el nombre amado
de las flores,
las playas y los muertos
|
 |
Ni Siquiera
Frágiles, con esa
desnuda inocencia de los años
sin saber, sin sentir,
creyendo a orishas y profetas
apretando los ojos, jugando
una vez y otra vez
a un nuevo sueño
Ví un sol y creí que la luz era
amanecer en esa playa de arrecifes
ese batir de ola, ese miedo
perenne de perderla
Luego vino la noche. A tientas
busqué el agua, la roca,
las heridas filosas… nada hubo
Ni siquiera el miedo,
ni siquiera
|
El Amor me Mira
El amor me mira. Es mujer
con ojos de palabras,
con manos de palabras,
con besos de palabras
desgranándose
Es imagen en plena conversión,
detenida adonde ya no pasa.
Me hiere. Enerva la esperanza
que asesino. Esta es mi sangre.
Mía es la carne
que fluye entre sus piedras.
Esto que ve el amor es solo sangre.
Es mujer con pájaros de lenguas
con pájaros de nalgas
con bandadas de pájaros llevándole
y dejándole entre los pechos tibios.
Beso el ombligo. Lamo
las gotas salobres de sus plumas,
bajo a la letra, al dolor de papel,
a todo lo que late entre mis manos.
Y la mirada se me desnuda,
tiembla de risa, de sol,
de tanta sangre y sueño
y luego pasa.
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Sin Fecha, Sin Color
En la calle los grises se divierten
tiñendo hojas, casas y raíces.
Cierro fuerte, pienso la tristeza
de los días sin naranja o verde.
Añoro el amarillo de los puentes
y el resplandor del mar.
Añoro verte, el rojo amargo
de los patios sin luz, y tengo miedo.
Hoy hace años ya, tan de repente.
Es cierto que olvidé enterrar los espejos.
Es cierto que las fotos
se quedaron allá y los teléfonos...
Apenas encuentro las palabras:
no se adónde cayeron, cuándo perdí
todas las bolsas de auténticas verdades.
No sé. Fue rápido el camino
y no quiero volver.
O sí, si no fuera verano,
si aún pudiera descubrirme.
Pero es apenas Julio, y los días se cuelgan
de la sed, de imágenes que vuelven
y aún no se
si son premoniciones o recuerdos.
Los ecos me hieren, eso
no va a cambiar por más que de la espalda
a todas las puertas y pinceles
Y ya he roto todo lo demás.
El problema es que tampoco
puedo despegarme los pedazos.
El problema es el polvo en que todo se vuelve,
las voces que me arrullan
y que pueden, lo sé, confundir los colores.
A veces, como hoy es difícil la risa.
A veces no me quedan gestos y me canso
de intentar sonreírme atentamente.
Entonces es inútil cerrar fuerte,
correr las cortinas y olvidar el brillo,
la cáscara de todo lo que empieza.
Aquí me he traído y aquí
he intentado vivir
y aquí voy a morir con las manos abiertas
para que no se escape el último azul,
para que no naufraguen en este gris
el polvo, la luz y el olor de mi puerto.
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Ala y Raíz
Me pregunto si la historia del árbol
escrita en las ciudades, en el humo
no es sólo el pájaro o sólo
la desnudez del agua
Y el tronco sólo espuma, sólo intento
de ser raíz y hundirse en otra alma,
en otro instante oscuro y silencioso
del antes o el después
Y me pregunto si incluye los caminos
o es sólo el paso que vibra sobre el polvo
y que la brisa barre sin saber quién pudo
trazar tales contornos en su vientre
haciéndolo estallar de hojas y de frutos
Quién pudo ser cascada y detenerse
en poderosa rama y deshacerse en trino…
y luego ser llamado... ser hundido o besado
por tantas certidumbres
Oigo
algún resto del árbol viajar por las alturas
y ese dedo fugaz que lo ha nombrado estrella
y veo apenas nada, apenas
como un desprendimiento de sus besos
encendiendo hogueras, alumbrando
ciudades y bosques
con su crisol de angustias
Aunque ciertos dibujos acrediten
una imagen común con una historia,
pienso que el ser árbol pertenece
a lo no tocado, a lo no vivido,
a lo no siquiera imaginado,
donde no nace porque siempre estuvo
y no muere aunque las hachas tajen
cada vez más hondo el canto y la locura
Hacen falta otros ojos,
otras manos para el paso de sus frutos.
Ojos capaces de amarlos y olvidarlos,
manos que no hieran
tras el gusto amargo compartido
Hace falta otro hombre para el árbol,
raíz y ala y campo abierto en el lugar del pecho,
otro amor y otro entre las ramas
y siempre flores para convocar las flores
y sol y nube a las espaldas
Pero pienso, en fin, que no existe,
que ni el aire ni la tierra lograrán nunca
trocar en nombre sus espejos,
el afán de nube que a la raíz aferra
o ese temor de ala
que convierte en nido la soledad del mundo |
Recuento
Hay calor en La Habana,
vuelvo el rostro y cuento mis historias
a la abuela que canta en la cocina.
Pronto será invierno,
pronto habré nacido.
Comenzaré a perder,
a tener miedo.
Pasaré los años hilvanando
las costuras de mí misma,
remendando
el manto tibio de la nada.
Creeré haber amado y será triste
creer que lo he perdido.
Luego bajaré al fondo
y volveré de prisa,
creyendo que viví
siempre creyendo.
Hay calor frente al mar.
Busco las calles conocidas
alguna esquina o árbol
que indiquen el regreso.
Cierro los ojos, evoco
con toda el alma mi jardín mi casa,
mi perro, mi dolor,
mi aburrimiento.
No sé de qué vale tanta mierda.
Hay calor en Miami, pronto
será invierno tal vez,
pronto me habré muerto
y las nostalgias.
Se irá el Morro conmigo,
el verde limpio,
el azul de mi mar
y las montañas.
Se irán tus ojos, este último
abrazo que detengo.
Este encontrarte ahora que he olvidado
mis cuentos de gigantes, ahora
que Abuela ya no escucha
y solo duelen.
Ahora que no tengo ni siquiera
el polvo para darte.
Todo es nuevo, limpio, inútil...
nada es mío.
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Hay un Lugar
Hay un lugar
que uno sólo comparte
con el tronco de un árbol
cortado en plena primavera.
Es un olor de lluvia... que ya no importa
si llega a la raíz
Hay un tiempo
que uno sólo comparte
con la mirada de un perro,
buscándonos a pesar del grito.
Es un silencio que no termina
aunque llegue la luz
Hay una flor
que uno sólo comparte
con la palabra oscura,
esa que taja y siembra soledades.
Es un color de sangre, un dolor
de estigma desprendido
Y hay algo
que uno no comparte.
Algo dormido y dulce
que se abraza cuando nada queda.
Es un temblor de ala... que ya no importa
si vuela
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Cierra los Ojos
Cierra los ojos y la luz acude
al rostro de la luna en cada hoja.
Lo oscuro es sólo un ala de paloma,
parece que duerme, pero vuela
Vuela y el impulso de la vida
siembra la letra en cada árbol,
la abre en flor y la fecunda en trino.
Parece que calla, pero canta
Canta y su voz disuelve el ancla
que la ata a lo oscuro de la historia.
Su voz es el silencio de las cimas.
Parece que termina, pero nace
Nace y deja tras de sí
el olor del monte, de la lluvia
que evoca los valles y las costas.
Parece que se ha ido, pero vuelve
Vuelve y trae consigo la dulzura
y el calor del verano que la sangran.
Sus pies danzan al canto del sinsonte,
y parece que pasa, pero queda
Prendida de las olas, de la espuma
del agua torrencial, los huracanes
que arrasan esa isla de su pecho.
Tal parece que llora, pero ríe
Ríe y los girasoles alzan
sus pétalos al aire de su risa.
Luego se detiene aquí en el borde
y parece que muere, pero vive.
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Tuve Miedo
Tuve miedo.
Dolía ser tan árbol
y me repartí en espuma.
No más raíz en piedra,
no más ansia de nido
ni más tronco incendiado.
No más adioses
al llegar el otoño.
No más. Vino el mar
y me hice sal y aire,
pero aún
dolían los naufragios.
Tuve miedo.
Dolía ser tan agua
y me repartí en reflejo.
No más golpear las costas,
no más barco surcando,
ni respirar de peces, ni esas
cuevas tan hondas en el pecho.
Vino el sol y me hice luz,
pero aún
dolían los ocasos.
Tuve miedo.
Dolía tanto aguardar,
quemaban las llamas
de la hoguera
y me repartí en la nada.
No más volcán ni estrella,
no más espanto
del agua de los charcos,
ni muerte
en la duda y en la sombra...
pero aún duele.
|
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El Viaje
¿Qué llevar, qué dejar en este viaje?
¿Qué lo hace diferente? ¿Qué lo ata
a las mismas cruces, al tortuoso
devenir de la Idea y la Palabra?
Acaso este cesar porque no sea
presa otra cosa la Imagen que deslumbra,
en tanto trapo, letra, amarillas
visiones de lo oscuro
¡Ah, lo Oscuro o lo oscuro y la distancia
más allá de este nombre o esta Hora,
piel a piel, gesto
mutilado en el impulso, yerto
marchitando las delicadas plantas
que tanto he cultivado!
Abro mi pulso y brotan
mi Niña, mi Más Vieja
y no se reconocen, parten
desnudas por los muros, bailan
en las plazas, hunden
sus manos en la Fuente
y el agua es luna viva que regresa
y que llama
¡Ah, la luz o la Luz
y todo este trayecto
de puertas y de sombras y de siglos,
los instantes entre Yo y yo,
las invariables pérdidas
flotando en las corrientes
que se pliegan!
Duele no saber, no desgarrarse
hondo donde quedan, donde salgan
el Límite del paso, las ocultas fronteras
y este tanto callar, no haber trenzado
al aire mi cuerda de silencios,
para luego hacer el equipaje,
sin saber la diferencia,
fecha o Fecha, hora u Hora
Hay muñecas rotas por todos los rincones.
Lo que quise, el largo, el repetido,
el Viaje entre yo y Tú
con todas las ofrendas,
con todos los intentos
dispersos, aleteantes aún
entre tus manos
Y amo tanto tenderme, haber estado
bocarriba en la hierba a sol y lluvia,
haber crecido con lagartos en la frente,
sola como un Arbol, como una niña sola
con cuerdas y relojes
detenidos antes del suceso,
la llegada feliz, los cumpleaños
Pronto no estaremos tampoco y todo
no será más que esta sonrisa
que yo quise atrapar y ya deshace
sus letras en el polvo
¡Cuánto duele ahora haber huído,
haber sin duda envejecido y muerto tanto
tras el mismo reloj, la misma hora,
la cuerda que aún no habré tejido…!
Y ya amanece.
¿Qué llevar o dejar si la distancia
es apenas un eco con el pecho
desbordado de aserrín y de nostalgia?
Oigo caer mis pasos y en la altura
uno mi labio a otro que se cierra
sobre el minúsculo Viaje concluído
entre el ser y el devenir de la Memoria
Pronto alguien abrirá la Imagen
y otra vez habrá banderas, cruces
casi todo
Pronto vendrán los pájaros, pronto
habrá alas que dispersen y gargantas
donde el eco renazca y fructifique
¿Mas qué llevar, qué dejar
si el Nombre cierra
sus pedidos aquí y en esta Hora
no hay sino esta luz pequeña,
que te aguarda?
|
Verse
Verse andar con los brazos extendidos,
temiendo el golpe, sin saber, creyendo
a las voces que cortan y que nombran...
a la imagen oculta de las voces.
Verse caer y romper en agua,
en pez, lluvia, sangre de otro cuerpo,
creyendo a los silencios que detienen
en amor la fuente y la locura.
Verse alzar las velas una a una,
remendar los huecos y partir,
desnudo el pecho, dispuesto
otra vez al huracán, a la mordida.
Verse quedar sin tiempo, cesar,
olvidar, perderse de la historia
y tenderse junto al árbol, no ya
a esperar la vida, sino a serla.
|
A Veces
A veces me escapo de la isla,
cojo impulso y justo al borde
entre arena y mar levanto vuelo.
Son días de mariposas
cuando es posible descubrir las grietas.
Y es hermoso volar... el aire
seca el tiempo y le corta las razones
dejándolas caer en remolinos
de polvo y de nostalgia.
El filo pasa cerca de las alas
y se hunde luego donde siente todavía
latir los pasos de mi ciudad, mi gente...
Nada queda, salvo el limpio
palpitar de la huída...
A veces duele ahí justo al borde
donde se descubre la isla
y se regresa.
|
La Rosa
La rosa era blanca
y el jardín fue la piel.
Los pasos fueron árboles
y por una vez
hubo raíces hacia la brisa.
Fue la muerte, dijeron
y mostraron dos lágrimas.
Una de agradecer,
la otra para odiar.
No hubo sol, nada
que evocara el beso.
Tampoco huídas,
a pesar del miedo.
Yo estoy todavía
y la rosa es blanca.
Cada otoño, los árboles
dejan ir un poco más.
Cada primavera,
vuelan menos raíces.
El jardín se extiende
piel adentro.
Es la vida, dijeron
y mostraron dos valijas.
Una para ir,
la otra abierta.
No hubo pájaros,
nada que buscar.
Tampoco el modo de fijar
el blanco
de la rosa.
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El Precio
La niña espera en el quicio mi regreso.
Soy el padre perdido, la madre presa,
la abuela que teme a los ciclones.
Dejé sus brazos extendidos
escondidos debajo de la cama.
Las horas de sol quedaron
dispersas en la sala. La natilla
en la mesa y una voz
canturreando tras la puerta.
Nunca supe el precio de los libros.
Nunca antes pagué
un precio justo por mis viajes.
La niña lanza piedras a la bahía. Cree
que vendré en uno de esos barcos
que guarda en su regazo.
Nunca supe el precio de dejar. Nadie
pagó por los abrazos ni las horas…
Dejé todo sin sentir.
¡Es tan claro el camino!
Vuelo hacia el sol con las gaviotas
sin llevar equipaje.
La niña duerme mecida por las olas.
Parece que sonríe desde lejos. Parece
que ya no muerde su medallita
de la Caridad del Cobre.
Quisiera tomarla entre mis brazos,
no huir aunque me apresen,
aunque pierda el mar...
Quisiera no temer a los ciclones.
Pero todo tuvo un precio que no supe
Las horas se han ido con los pasos
y los barcos de entonces... han perdido
la ruta del regreso.
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Este Andar
Ando el camino que hemos hecho
con los mismos nombres. Siembro
palmas en él, en él bebo
mi café con leche.
El país me cuelga, sus harapos
cubren apenas la nostalgia,
este andar sin estar, este fluir
de la memoria al todo.
Sin que ceje. Sin que los charcos
dejen de contener el mar.
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© Silvia A. Ramos, 2020. Todos los derechos reservados / All
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